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27

dic 2023

LA PERSONA QUE LAVA LA BANDERA

27 de Diciembre de 2023.

Articulo de opinión de Jesús García Fernández, Strio. Organización de FSC-CCOO CyL.


Hace unas semanas conocimos por algunos medios de comunicación de la existencia en paraísos fiscales de 140.000 millones de euros procedentes de evasores fiscales de nuestro país, aproximadamente un 10,5 por ciento del PIB español y casi la misma cifra que suponen los fondos Next Generation de la U.E. para España. También supimos por esas fechas que hay 9,5 millones de personas en riesgo de pobreza y exclusión, de las que 2,2 millones son niños, bien es cierto que son datos que han ido descendiendo en los últimos años, pero que revelan que casi el 20 por ciento de las personas lo están pasando muy mal.

A pesar de estos datos escalofriantes, de lo que se habla en las tertulias y mentideros periodísticos y políticos casi en exclusiva es de que España se rompe, de la inminencia de un apocalipsis separatista. Por cierto, curiosa esa palabra, “mentidero”, ahí lo dejo…

Pero España no se rompe, España ya está rota. Me explico. En las conversaciones con amigos, conocidos o saludados, siguiendo el elenco que hacía decía Josep Pla, cuando sale a relucir el tema de la patria y la bandera, muy agraviadas últimamente según la opinión de algunas personas, siempre digo que a mí en estos temas lo que más me preocupa es la persona que lava la bandera: si tiene un salario digno, si su jornada es la que marca el convenio y si los productos y útiles que maneja cumplen con la normativa de prevención de riesgos.

Dice el gran actor José Sacristán sobre su padre, el Sr. Venancio, preso político en el franquismo, que su lema de vida era “lo primero va antes”. Poco se puede añadir a una frase tan categórica, tan cargada de razón. Poco hay que explicar al hecho de que “lo primero” es conseguir unas condiciones dignas de vida para el trabajador o trabajadora que lava la bandera, que su contrato no sea precario, que su salario y la pensión de sus mayores no pierda poder adquisitivo, que su familia tengan un mínimo de bienestar, que sus hijos tengan una educación pública de calidad, bien dotada y que no tengan que irse del país para encontrar empleo, que la sanidad pública atienda adecuadamente a su familia y no sea un negocio para unos pocos, que los servicios sociales públicos atiendan convenientemente a sus parientes y vecinos dependientes o con capacidades diversas, que su Ayuntamiento y su Comunidad Autónoma luchen contra el cambio climático, lleven a cabo políticas que permitan combatir las desigualdades a todos los niveles y que esta última no devuelva dinero a Europa destinado a políticas activas para luchar contra el desempleo, la penúltima tropelía que ha perpetrado la Junta de Castilla y León.

Y poco hay que explicar también sobre que todo esto se consigue fundamentalmente con políticas fiscales auténticamente redistributivas, exigiendo a los que más tienen que paguen más impuestos, no rebajándoselos, como hacen Mañueco o Ayuso, y persiguiendo el fraude y la evasión y no amnistiando a los defraudadores, justo lo contrario de lo que hizo M. Rajoy cuando gobernaba.

A pesar de ser algo tan meridianamente claro, casi la mitad de la ciudadanía no lo entiende o no quiere entenderlo. Esta es la verdadera fractura que aqueja a la España de hoy en día, lo que divide a la sociedad. No es un fenómeno exclusivo de aquí, lo están acusando casi todas las democracias del mundo. Aunque la inmensa mayoría de personas se beneficia directamente de estos avances sociales aún hay millones que prefieren unos políticos que votan en contra de las leyes que les favorecen. Prefieren confiar en una derecha que allí donde gobierna tapa sus vergüenzas e incapacidad propositiva y de gestión con el mantra del independentismo, aderezado con sentimientos y mitología sobre la tradición, la patria y sus símbolos: la rojigualda se privatiza en balcones y jardines de los domicilios, se utiliza profusamente en pulseras, polos y hasta en los collares antipulgas de los perros y vuelven la Cruz de San Andrés de los Tercios, el rezo público de rosarios y los morriones de conquistador imperial. Ni el mismísimo Berlanga se hubiera imaginado estas surrealistas escenas. Una derecha que también se quiere apropiar de la Constitución (como ya hizo Álvarez-Cascos con la ley del divorcio) aunque sea muy selectiva en los artículos que decide que están vigentes, olvidándose del resto (Poder Judicial, no discriminación, vivienda, trabajo, interés general, etc. etc. etc.)

El cemento que amalgame el entramado social ha de estar compuesto de empatía, progreso y agenda social, no de trozos de tela de colores, defensa de las fronteras y rancios delirios de grandeza. Desde todas las organizaciones de la izquierda, con CCOO en cabeza, debemos hacer un esfuerzo importante por llegar a esas personas que están votando en contra de sus propios intereses, pues la inmensa mayoría son también clase trabajadora, compañeras nuestras de fábrica, de despacho o de tajo, hacerles ver que la realidad es otra muy distinta de la dibujada por la derecha, repito, ya extrema, y que el futuro puede ser muy negro (en pocos meses son las elecciones europeas) si no comenzamos a preocuparnos más por la persona que lava la bandera, es decir, por nosotros y nosotras, por todos y todas, que por la propia bandera.

Jesús García Fernández

Strio. Organización de FSC-CCOO CyL

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